En una ciudad no muy lejana vivía un joven que quería tener muchas experiencias, pues, al fin y al cabo, pensaba que la vida es muy corta como para no disfrutarla al máximo. Por eso decidió irse de la casa de sus padres, tomar los fondos de la herencia que su papá le había prometido e ir a conocer el mundo y todo lo que este tenía para ofrecerle. Pero no se sentía solo: tenía a muchos amigos alrededor.
No mucho tiempo después, luego de experimentar todo lo que estuvo a su alcance, se dio cuenta de que quienes lo acompañaban en su travesía solo permanecían a su lado por las fiestas que organizaba y no por él. Todos eran “buenos amigos” mientras pudiera invitarlos o mientras los imitara en todo: desde su forma de actuar hasta su manera de ver a los demás. Y el dinero, ¡que rápido se acaba el dinero!
Cuando no tuvo dinero, tuvo que trabajar en algo que no le gustaba en lo absoluto. Nunca pensó en tener que aceptar un trabajo así tan solo para poder comer, y ¡qué mal comía! ¿Está era la vida a la que estaba destinado? Al fin y al cabo, ¿había sido una buena decisión irse de casa y derrochar su herencia?
Cuándo tienes problemas, ¿puedes tomar un camino distinto?
Todos tenemos problemas —a veces muy serios— y no hay vida perfecta. Si bien es cierto que el mundo no gira a tu alrededor, también lo es que muchas veces fuiste tú mismo quien provocó los problemas que ahora puedas tener. Aunque algunas veces no son provocados por tus decisiones, debes aceptar que la mayoría de las veces sí.
A cada acción una reacción, causa y efecto. ¿Qué decisiones has tomado en tu vida que te tienen en el lugar donde estás? ¿Qué es lo que no te gusta de tu realidad? ¿Qué debes hacer para que eso cambie?
Los problemas no tienen por qué ser eternos. Si tus decisiones te metieron donde estás, solo tus propias decisiones te pueden sacar de allí. No te escribo para condenarte, sino para que sepas que depende de ti para que todo sea diferente. Una mala decisión no tiene por qué marcar tu vida para siempre, pero lo hará si no tomas otra para salir de donde estás.
Pero no siempre se trata de nosotros, sino de quienes dependen de nosotros. Debes dejar que los demás —tus hijos, por ejemplo— vivan el resultado de sus decisiones porque de esa manera aprenderán a crecer como personas. Ahora bien, si alguna vez se arrepienten y son conscientes de que tomaron un mal camino, ayúdalos a tomar el correcto. Para cuando eso suceda tu ayuda les vendrá muy bien y les enseñará que siempre pueden enmendar un error.
El joven con el que inicié esta reflexión se dio cuenta de que no tenía por qué vivir así, que podía regresar a la casa de su papá. Tal vez ellos le dirían que no podía regresar, pero había decidido no ser más un mantenido, por lo que tuvo la esperanza de que sus papás lo escucharan y aceptaran de vuelta. Su papá lo recibió con los brazos abiertos y lleno de alegría. Su hijo había vuelto.
Este mensaje lo puedes complementar con otra perspectiva muy importante de la vida, de la que hablo en mi mensaje ¿Ahorrar o Disfrutar de la vida?
¡Nos leemos pronto!
Omar
Excelente menaje
¡Gracias!
Excelente mensaje y muy verdadero, adicional a enseñar a que siempre se puede enmendar un error, de debe enseñar a ser conscientes, pues solo siendo conscientes tendrán el criterio de tomar mejores decisiones.
Saludos
Totalmente de acuerdo.