A veces exigimos demasiado, deseamos tanto ver a nuestros seres queridos bien, que no nos damos cuenta de que nos la pasamos solamente criticándolos, sin escucharlos si quiera, sin disfrutarlos.
Si tú aceptas que tienes personas a las que le exiges mucho, te has puesto a pensar ¿porqué hacen lo que hacen? ¿qué causa que no cumplan tus expectativas? ¿No será que tal vez si van por un buen camino, pero tan solo necesitan más tiempo para crecer?
Y no me malentiendas, soy el primero en decir que todos deberíamos tener un estándar muy alto y ser siempre mejores, como hablo en mi mensaje “Sé una mejor versión de ti mismo”. Solo que siento que a veces el esperar demasiado de alguien, exigimos demasiado de él o ella, y nos priva de disfrutar a quienes nos aman y a quienes amamos, porque en vez de disfrutar de los pequeños momentos que nos da la vida, estamos siempre enfocados en qué debemos criticar, que hacen mal, como deben ser para mejorar, etcétera.
Te dejo este relato titulado Papá Olvida de W. Livingston Larned, me atreví a actualizarlo un poco. La verdad es que este relato expresa perfectamente lo que te quiero dejar el día de hoy. Lee con atención, todos podemos aprender mucho de esto:
“PAPÁ OLVIDA
(W. Livingston Larned)
Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y tu pelito pegado a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía las noticias en el cuarto, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.
Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con la toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.
Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a trabajar, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: «¡Adiós, papá!» y yo fruncí el ceño y te respondí: «¡Párate recto!»
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías mas cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre pueda decir eso.
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en mi teléfono, y entraste tímidamente con una mirada de perseguido? Cuando levante la vista, impaciente por la interrupción, dudaste en la puerta. «¿Qué quieres ahora?» Te dije bruscamente.
Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aún el descuido ajeno puede apagar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el teléfono de las manos y entró en mi un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mi la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y te media según la vara de mis años maduros.
Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las montañas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado a tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
Es una pobre explicación; se que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estas despierto, pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando este por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: «No es más que un niño, un niño pequeñito».
Temo haberte imaginado hombre, pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebe todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.”
SI EXIGIMOS DEMASIADO, PODEMOS CAMBIAR
Debes ser consciente que ni aún el mismo Dios se ha propuesto juzgar al hombre sino hasta el final de sus días, no seamos entonces nosotros quienes estemos juzgando a los demás cada día. Intenta abrir los ojos y darte cuenta sino estas exigiendo demasiado a alguien que aún no puede ser como tú quieres, y en vez de frustrarte con esta persona, disfruta de su presencia y de la dicha que tienen de poder compartir con él o ella.
Si a quien tú quieres ver mejor, consideras tiene lo necesario para cambiar y ser diferente, preocúpate entonces un poco en porque es como es, interésate en conocer que causa sus debilidades, en si hay algo que le afecte y que tal vez tu puedas apoyarlo a superar. Preocúpate genuinamente en las personas y los conocerás, y sabrás como poderlos ayudar.
Si todos aprendemos ante todo a amarnos, no me cabe ninguna duda que nuestras vidas serán mucho más felices y tendremos una mejor relación con quienes amamos.
¡Nos leemos pronto!
Omar
Excelente amigo esas son las actitudes inadecuadas q a veces realizamos sin pensar q podríamos marcar la vida de alguien bendiciones.
Así es, lo importante es poder darse cuenta para evitar tener esas actitudes.
Que buen mensaje bro, hay que disfrutarnos más, tolerarnos más, a conocernos mas y mejorar nuestra comunicación para que en lugar de criticar tratemos de entender a las personas, a nuestros conocidos, nuestros amigos, a nuestros familiares, hay una razón por la cual son como son y hacen lo que hacen, y como dices en tu mensaje, “en lugar de criticar, ayudémoles a mejorar”, te felicito !!!
¡Muchas gracias! Me alegra mucho saber que puedo aportar mi granito de arena.
Hermoso mensaje es el día a día de nuestro diario vivir que queremos todo perfecto sin darnos cuenta que las cosas imperfectas son las más hermosas de la vida, dios nos hizo con defectos y virtudes, amemos más a quienes tenemos a nuestro rededor es la clave de nuestra felicidad, y disfrutar nuestros defectos nos hará vivir sanamente, más cuando tenemos a seres pequeños cometiendo miles de travesuras, amor y paz ✌️ ????
¡Que buen pensamiento!
Gracias por este relato es verdad tenemos expectativas con nuestros seres queridos y el amor incondicional disipa y es así de simple EL AMOR ES INCONDICIONAL NO ESPERA NADA A CAMBIO
¡Que bien lo dijiste!