A propósito de mi entrada anterior —que algunos habrán notado que se trata de una opinión muy personal y algo diferente a lo que suelo escribir—, te quiero contar algunas historias mucho más reales de lo que imaginas.
Había una vez un rey. Pero era un rey deprimido. Nadie como él había tenido tantas riquezas antes, sus obras eran majestuosas y su pueblo vivía en paz. Sus aportes al mundo habían sido muy grandes y aun así no lograba levantar el ánimo. Estaba enojado, decepcionado, se sentía tonto. Se dio cuenta de que todo lo que había logrado, todo por lo que había trabajado, se lo iba a tener que dejar a alguien más, y, de hecho, a alguien que nunca había trabajado por conseguirlo. Alguien de quien no sabía si sabría manejar esa herencia con sabiduría o si por el contrario lo haría con insensatez. Nada tenía sentido. ¿Para qué tanto esfuerzo, si de todos modos nada de lo que hiciera podría evitar su muerte?
En dos lugares distantes dentro de la misma ciudad velaban a dos personas: una muy buena y a otra muy mala. Una era muy rica —¿Quién de las dos? ¿la buena? ¿la mala? Da igual— y la otra era muy pobre —también da igual—. Una era muy amada —¿quién? ¿la buena, la pobre, la rica, la mala? Da igual— y la otra despreciada —…exacto: también da igual—. Sin embargo, ahí estaban las dos personas, tendidas en su lecho. Esa noche ninguna de ellas se sentaría en el comedor a cenar. La muerte los había tratado a los dos por igual y a más tardar al siguiente día tendrían que enterrarlos antes de que sus cuerpos empiecen a heder.
Una madre desconsolada no deja de sufrir. El dolor no para. No se va. “¿Por qué no me llevaste a mí?”, decía desconsolada. Ella no paraba de gritar y de sentir en su corazón. Su hijo se había ido, no había nada que ella pudiera hacer para que regresara.
Mientras tanto, un hombre por fin empezaba a sentirse en paz. Ya tenía suficiente para retirarse luego de una vida de sacrificios. Había perdido tantas relaciones familiares y de amistad a causa de su trabajo, pero hoy ya era suficiente. Podía empezar a vivir como siempre lo había soñado, así que renunciaba a todas sus preocupaciones laborales porque tenía ya recursos económicos suficientes para que su alma encontrara reposo y pudiera descansar y disfrutar. Y sin embargo, qué ingenuo fue. No sabía que ese mismo día se iba a morir.
Todo pasará. Absolutamente todo.
Estimado lector: todo en esta vida pasará. Todo. Tú. Yo. Tus padres. Tus hermanos. Tus hijos. Tu presidente. Tus enfermedades. Tu dinero. Tus conocimientos. Tu sabiduría. Tus miedos. Tus manías. Tu vida desperdiciada. Tu vida aprovechada al máximo… Todo. Todo pasará.
No importa qué tan importante sea lo que hagas. No importa qué tan lejos llegues en tu vida. No importa cuán maravillosa o cuán despreciable persona seas. No importa nada porque todo será olvidado. Si tienes suerte 40 años después de tu muerte tus nietos se acordarán de ti, pero puedes apostar que nadie te recordará en otros 40 años porque el tiempo y el olvido arrasa con toda buena acción, con todos los defectos, con todos los logros y con todos los fracasos. Todo regresa a ser polvo y toda memoria se borrará.
Nunca suelo hablar de religión para que las personas no se creen un concepto erróneo de mis mensajes; sin embargo, no quisiera dejar de citar esta sentencia de Dante Gebel: “Si has nacido solo una vez, morirás dos veces. Pero si has nacido dos veces, morirás solo una vez”.
Reconoce lo absurdo de la vida y te darás cuenta de que lo que la hace absurda es la muerte. Sin embargo, hay alguien que ya venció a la muerte y te regala vida eterna si tú la deseas aceptar. Solo tienes que aceptar a Jesucristo como tu Señor y Salvador, y tu nombre será escrito en el libro de la vida. Es así de fácil.
Solo dile: ¡Jesús, te acepto como mi Señor y Salvador! Así de sencillo. Te invito a repetir esta oración hoy, la cual te robará menos de diez segundos y a cambio te dará una eternidad.
Si te gusto este mensaje, lee también: ¿Le encuentras sentido a la vida?
¡Nos leemos!
Omar
Dios siga bendiciendo tu vida y te de el talento y la gianza de elnpara poder dejar esa semilla, esa reflexión, esa enseñanza como hasta hoy y que te de muchos años mas de vida para hacerlo.
Dios te bendiga.
Att. Alexander Hércules
Chicago IL. 🇺🇸🇬🇹🇸🇻.
Amén 🙏🏼
Muy cierto, esta situación hará un cambio en la vida de cada uno.
Primero Dios 🙏🏼🙏🏼
Que cierto y cual verdadero …estas palabritas resuenan en mis oídos así me decía mi abuela y mi madre……que el señor lasx tiene con ellas …..todo pasará…….
Totalmente cierto!
🙏🏼🙏🏼
Excelente
Muy atinadas todas las apreciaciones que haces a lo largo del artículo.
Excelente mensaje 🙏
Excelente, es para ponerse a meditar, a donde queremos ir después de morir. No son los tesoros que hagamos en la tierra, si no que nuestras buenas acciones, las que dejarán el recuerdo en los demás de quienes fuimos.
Así es 🙏🏼🙏🏼
Excelente muy cierto y si todos los que somos creyentes entendieramos cuantas personas por todo el mundo están a una oración de obtener la vida eterna nos preocupariamos mas por todos ellos y no por todas esas cosas q al final todas se quedan aquí. Bendiciones
🙏🏼🙏🏼