Cuando tu fe no funciona

Había un comerciante que siempre hablaba del día en que sus penas económicas desaparecerían, cuando ya no tendría que preocuparse por nada. Estaba seguro de que sería bendecido, que el negocio iría bien y que el dinero empezaría a fluir, pues realmente lo necesitaba y además sentía que lo merecía. Estaba seguro de que pronto llegaría el negocio extraordinario que le cambiaría la vida. Había pasado ya muchos años en la misma ruta comercial de siempre, vendiendo apenas para sobrevivir. Sin embargo, confiaba en que su tiempo de abundancia estaba cerca.

Una ama de casa angustiada por el maltrato físico y psicológico de su pareja pensaba que una vida mejor para ambos vendría pronto. Durante años se había sentido atrapada en la rutina doméstica y, sobre todo, en una espiral donde no sabía si en realidad estaba siendo valorada. Mientras tanto, seguía esperando el día en que él cambiaría. Ya no quería vivir los mismos problemas de siempre.

Había un muchacho que odiaba todos los lunes. Detestaba su trabajo de asistente contable y soñaba con cumplir su sueño y hacer lo que realmente amaba: las carreras de motocross. Tenía la ilusión de que lograría triunfar en este deporte, pero por ahora le tocaba aguantar en una oficina de lunes a viernes de 8 a 5 de la tarde. Tenía que trabajar en un lugar que le brindara seguridad aun cuando implicara odiar cada día de la semana.

Una exnadadora, mientras comía unas chucherías —de esas frituras que vienen en bolsitas— reflexionaba sobre qué debía hacer para bajar de peso. No entendía por qué había engordado tanto en los últimos años. Quería volver a tener el cuerpo saludable que la hacía sentirse bien con ella misma y que antes la hacía ganar carreras de 200 metros en estilo mariposa. Pero había tomado la determinación de que hoy sí sería diferente. Esta vez sí lograría ponerse en forma.

La mayoría de las personas que han logrado cosas grandes reconocen que, según cómo piensen, así también atraerán fortuna o escasez a su vida. Al final es un tema espiritual y todos concuerdan con esto, independientemente de las creencias de cada uno. Sin embargo, ahí yace a su vez el problema porque todos reconocen que la fe, la ley de la atracción o la energía positiva —llámale como quieras— es un tema espiritual. Creen que solo basta con creer para que lleguen las cosas buenas, pero no es así. Porque si el comerciante no explora nuevas rutas, la mujer no se aparta por ella misma de esa relación dañina, el muchacho nunca sale de su zona de confort o la nadadora no deja de comer mal, ten por seguro que la fe no les traerá resultados.

Al final, lo que creamos por fe siempre será algo del mundo material (incluso cuando no se trate de algo tangible). Ya sea dinero, prosperidad, mejores relaciones, salud… cualquier deseo siempre requerirá de acciones concretas que lo materialicen, o de lo contrario la fe por sí sola no servirá de nada.

Una fe sin acciones no se materializará jamás. Dios puede hacer que el universo entero conspire a favor tuyo, pero si no actúas para que las cosas se den, la fe siempre será inservible y no será culpa de Él.

Si te gusto la lectura, te invito a que también leas: No aceptes miserias de la vida. Debes tener fe.

¡Nos leemos!

Omar

4 comentarios de “Cuando tu fe no funciona”

  1. Excelente y muy cierto cuando tienes verdadera Fe y pones en manos de Dios esforzando te al máximo todas tus cosas es cuando te das cuenta que El es el que sabe que te conviene y q no p q así como El da el también quita pero a la vez te repone inmediatamente lo quitado un abrazo bendiciones.

  2. Muy cierto, cuando se tiene fe, se actúa, porque se sabe que el DIOS todopoderoso estarán con uno, si no se actúa no se tiene confianza en nuestro padre.

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